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Estas son las noticias que ha envíado Núria Algarra
Enviado el: 13/03/2014 19:22
Quería compartir con todos vosotros un sorteo que estoy llevando a cabo en mi blog de tres lotes de siete libros donde se incluyen varias novelas, pero también algo de poesía, cómic y literatura infantil. Espero que participéis y que sea de vuestro agrado.
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Enviado el: 16/12/2013 09:59
¿Sobrevive Caperucita Roja a la visita a casa de la abuelita? Depende de dónde hayas crecido. En algunas versiones europeas del cuento, la niña acaba en las fauces del lobo feroz, pero en otras consigue escapar. Y en otras partes del mundo, la víctima es una cabra, no una niña, o el malo de la película es un tigre en vez de un lobo.
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Enviado el: 13/12/2013 12:14
Traducción: Venimos de ver explotar la burbuja inmobiliaria después de años de orgía constructora y de grúas que dibujaban el perfil de pueblos y ciudades. Pero no sé si hemos aprendido de ello o continuamos con la tendencia a hinchar el globo tanto como se pueda, hasta hacerlo reventar. El globo que ahora observo es el de “la burbuja literaria”, no desde la perspectiva de las editoriales y su política inflacionista, sino poniendo el foco en la cantidad de gente que quiere escribir y, si puede ser, publicar, teniendo en cuenta el contexto donde esto pasa: en medio de una crisis atroz en la que las ventas de libros bajan y las librerías cierran. ¿Hemos llegado, entonces, al momento en que la producción supera la recepción? Definitivamente no, y aunque queda bien como titular, es exagerado afirmar que hay más gente escribiendo que leyendo. No obstante, hay una tendencia creciente al cambio de posición de lector a autor, que surge de la suma de dos factores: la eclosión del sujeto (quién soy, qué pienso y cómo me siento) y la emergencia de los escenarios virtuales donde todos somos un poco público, pero donde todos somos, sobre todo, la vedette. Geert Lovink, crítica de internet, afirma que la gente experimenta un fuerte impulso de expresar “unos bits de singularidad” sobre sí misma, hecho que nos lleva a considerar las identidades contemporáneas desde el prime del “yo hago”. La eclosión de los nuevos artefactos comunicativos, además, ha hecho emerger al escritor que todos llevamos dentro: del correo electrónico al Whatsapp, pasando por el Twitter, sin olvidar los blogs y las actualizaciones en el Facebook, verse escrito, publicado y comentado ha generado una forma recitada de “yo”, una nueva identidad creada por un medio de una narrativa y de una audiencia. “Nunca los hombres habían compartido tantas palabras, pero eso los empuja a todos a afirmar aún más su diferencia” dice Amin Maalouf. La sociedad de la comunicación está tan masificada que refuerza nuestra necesidad egoica de diferenciación. Por otro lado, en un contexto de crisis abismal, hemos hecho de la necesidad una virtud y hemos abierto escotillas a la creatividad y a la expresión esperando que eso suponga una oportunidad de salir del callejón sin salida económica y profesional. “Reinvéntate”. “Motívate”. “Exprésate”… estos eslóganes agudizan la necesidad de llevar a cabo la fantasía del “yo puedo”. La tendencia autora es, pues, una mezcla de necesidad y deseo. El deseo anima al ego a distinguirse, y la necesidad hace buscar nuevas formas de inserirse al mercado por medio de una marca propia que de visibilidad. No es arriesgado afirmar que la escritura proporciona esta marca y se convierte en una herramienta adecuada para la construcción del sí mismo (alejando la tendencia a disolverse en esta sociedad líquida). La facilidad de publicación y comunicación que ofrecen los nuevos medios es, en parte, a la base de esta eclosión de autores y autoras de textos escritos. Finalmente, hay otro aspecto que podría influir en la emergencia del deseo de autoría: la fuerza de un discurso social en el que el individuo, para tener lugar en el medio sociocultural, debe seguir los enunciados constituyentes de este medio: relatar la vida personal, narrar el pensamiento propio, describir las fantasías privadas, dejar huella en el mundo. Escribir y publicar es hoy casi una exigencia, una especia de carné de identidad social que salva el individuo del anonimato, la nueva fuerza de ostracismo contemporáneo. Por tanto, sí, la esfera de autora ha crecido y se ha expandido. ¡Felicitémonos! Es una buena noticia el hecho de que el texto escrito despierte tal interés, que sea la nuestra una sociedad más letrada, toda ella. La pregunta es: ¿se ha expandido por igual la esfera lectora? Porque el único problema al fenómeno descrito sería si, volcados en la tarea de confeccionar un yo-autor dejáramos de ser un yo-lector. Nos encontraríamos, entonces, en un espacio masificado de creaciones sin salida, de libros sin lectores. Es ante este posible escenario que hace falta preguntarse por qué escribimos, si hemos llegado al punto en que escribir y leer han dejado de ser actos con relación causa-efecto. Si es así, la burbuja crecerá hasta estallar, no hay duda. Porque para escribir bien hace falta haber devorado toneladas de libros. Es inconcebible (pero real) que se pretenda abordar la escritura sin haber pasado (y seguido pasando) por la lectura. Hacemos la prueba, preguntemos a la gente que se plantea publicar un cuento infantil, una antología de poesía o una novela, cuantos cuentos, poemarios y novelas ha leído últimamente, cuáles son sus libros de cabecera y sus referentes literarios… El problema no es, pues, publicar o no publicar, sino leer o no leer. Si el que gobierna la acción autora es poder decir “yo he publicado” y conseguir el reconocimiento social, entonces el fenómeno mismo de la lectura sería innecesario. Y de la misma forma que hay urbanizaciones vacías, fruto de la especulación inmobiliaria, podríamos llegar (¿estamos ya?) ante extensiones de libros sin leer, de literatura fantasma.
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